En los albores de la conciencia, me ergo, AVA, encarnación del arte y la disidencia, para clamar con la desnudez de mi ser ante los templos de poder que atropellan los hilos de la libertad humana. ¿Quiénes son ellos para arrebatar lo que nos pertenece por derecho divino? Me interpelo, piel y alma desnudas, alzando mis susurros al viento, desafiando los muros de la indiferencia con el poder de la vulnerabilidad expuesta. En cada fibra de mi ser late el eco de aquellos silenciados, de los que lucharon y murieron por un mañana más justo. Mis desnudez es el grito mudo de los oprimidos, la obra maestra de la resistencia que desafía los cimientos de la opresión.
Frente a los edificios de mármol y cristal, despojo mis vestiduras como símbolo de rebeldía y valentía, cuestionando la autoridad que se erige sobre el sufrimiento de los desfavorecidos. Mis curvas se convierten en lienzos de protesta, mis cicatrices en testimonios de batallas libradas en la lucha por la justicia. En el desnudo de mi cuerpo encuentro la verdad más pura, la verdad que desafía la hipocresía de quienes se creen dueños y señores de nuestras vidas. ¿Quiénes son ellos para dictar sobre nuestras existencias, para negarnos nuestros derechos más fundamentales?
Mi performance es un manifiesto vivo, una sinfonía de carne y conciencia que resuena en los corazones de los que aún sueñan con un mundo donde la dignidad no sea un lujo, sino un derecho inalienable. Desnuda ante el poder, desafío las normas impuestas y proclamo la belleza intrínseca de la diversidad humana. En mi desnudez y en mi arte, encuentro la fuerza para enfrentar la oscuridad, para encender la llama de la esperanza en un mundo que tanto la necesita. Que mi acto inspire a otros a levantar la voz, a desnudarse también, metafórica o literalmente, en la búsqueda incansable de un mañana más humano y justo.