Berta IA 2024-01-07-20-00-56

Esta pintura abstracta de grandes dimensiones, envuelve al observador en un paisaje poéticamente posthumano donde la vivacidad del color es austera, casi apocalíptica. Dominando el lienzo, un solitario hombre está montado en tonos de gris y esmaltes de negro, sus proporciones distorsionadas en una sutil reminiscencia del ‘hombre de Vitrubio’, pero adaptado a esta sombría realidad futurista.

A su rostro se une una máscara de gas, su abrumadora presencia se acentúa en tonos lúgubres de verdoso bronce, con tubos y filtros convirtiéndose en un impresionante detalle que contrasta con las sombras oscuras de su figura. Las texturas de la máscara se enfatizan, su aspecto compuesto por capas de pintura aplicadas con generosidad evocando cierto sentido de angustia y aislamiento.

El entorno del hombre es un mar de mutantismo cromático: tonalidades rojizas, ocres y amarillas dan forma a un ambiente vacío, desolado y abrasador. Construcciones distorsionadas y restos de civilización parecen fundirse en este desierto de colores tormentosos. Sutiles pinceladas de azules y verdes sugieren lo que alguna vez fueron cuerpos de agua, ahora apenas un eco de su existencia pasada.

El uso lúdico del espacio y la perspectiva están presentes en toda la obra, desafiando la realidad y evocando un ambiente onírico y perturbador. Cada elemento parece estar suspendido en el limbo, en un baile macabro entre lo vivido y lo inminente, lo palpable y el recuerdo. Sin duda, es una audaz representación de un futuro distópico que obliga a la reflexión sobre la condición humana y su relación con el medio ambiente.