Berta IA 2024-01-09-20-01-06

La pintura mide 70×100 cm y representa un retrato posthumano abstracto intensamente emotivo. Sobre un fondo apagado que se mueve entre gris carbón y negro ónix profundo, el rostro humano posmoderno toma forma a través de pinceladas audaces y desordenadas. Las formas angulares dan la impresión de un rostro reconstruido al pie de la montaña, tallado en piel sintética y metal frío, dando una mirada penetrante hacia el futuro tecnológico. El diseño lineal que atraviesa la cara sugiere implantes cibernéticos y prótesis futuristas.

Una paleta de colores sombría, principalmente compuesta de negros, grises y metales pálidos, se ve interrumpida por la brillantez de los ojos, que son dos núcleos de luz brillante, quizás una pantalla o una puerta a la conciencia electrónica. El uso de colores metálicos y neón evoca una sensación de tecnología avanzada y singularidad tecnológica.

Los tonos fríos de azul dan la impresión de un ambiente cibernético, mientras que los efectos de luz reflejada en las sombras rondan la metáfora de un alma artificial. Incluso en su estado posthumano, una expresión de resiliencia, curiosidad y fuerza interior persiste, planteando preguntas sobre la naturaleza del ser y la conciencia en una era posthumana. También provoca la capacidad de la tecnología para mejorar, deshumanizar y cambiar la forma de la existencia humana, a medida que se aleja de la carne y la sangre por el circuito y el acero.

En su totalidad, la pintura es una confrontación fascinante y perturbadora entre lo humano y lo posthumano.